
"Una verdad tan simple y sencilla como terrible: que tanta espiritualidad, tanta inteligencia, tanta bondad, tanta belleza no le sirvieron para nada ni a ella, ni a sus hijos, ni al emperador, ni a los pobres por los que tanto se preocupaba, ni a los locos internados en manicomios que visitaba y cuya horrenda visión le quitaba el sueño por las noches, ni a los movimientos sociales y políticos revolucionarios a los que apoyaba de palabra y aplaudía mentalmente, pero a los que en nada concreto ayudaba, ni a los innumerables enamorados por los que se dejaba querer pero no tocar, ni a los amigos a quienes sí, indudablemente, quiso profundamente, pero sólo con la intensidad de la desolación y de la melancolía ".
-Vals negro,
Ana María Moix-
Ana María Moix-
[Photo: Elena Baca Flickr]
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