Hay un remanso de paz al que acudimos con cierta frecuencia en busca del sueño. A pesar de los días, a pesar de los sucesos, el tacto del otro siempre es el fin último al que aspira el ser humano, la facilidad de la felicidad, a veces, muchas, nos es ajena por temor al desencanto. El tumor del mundo habita en nosotros, somos esquejes del daño. Daño. Una vez más, la niña del parque se ha caído.
-Estamos todos, aquí no hay nadie,